11 ago 2015
La versión más completa sobre la desaparición de ese mundo legendario procede del diálogo Critias o de la Atlántida del filósofo griego Platón. Éste nos explica que las generaciones iniciales de habitantes tenían un linaje divino, por lo que eran reflexivos, racionales, prudentes y sobrios desdeñaban los bienes exteriores y practicaban la virtud. Esa conductales garantizó una gran prosperidad y riquezas materiales. Sin embargo, con el paso del tiempo, conforme los descendientes se mezclaron con personas comunes, el linaje se fue contaminando y los habitantes se hicieron codiciosos, crueles e imprudentes. Disgustado por tales excesos Zeus, la máxima figura del Olimpo, renió a un consejo de dioses en su mansión situada en el centro del Universo y ordenó su destrucción inmediata
Los textos de Platón señalan la geografía de la Atlántida como escarpada, a excepción de una gran llanura de forma oblonga de 3000 por 2000 estadios, rodeada de montañas hasta el mar. A mitad de la longitud de la llanura, el relato ubica una montaña baja de todas partes, distante 50 estadios del mar, destacando que fue el hogar de uno de los primeros habitantes de la isla, Evenor, nacido del suelo.
En honor a Atlas, la isla entera fue llamada Atlántida y el mar que la circundaba, Atlántico. Su hermano gemelo se llamaba Gadiro (Eumelo en griego) y gobernaba el extremo de la isla que se extendía desde las Columnas de Hércules hasta la región que por derivación de su nombre se denominaba Gadírica. Favorecida por Poseidón, la isla de Atlántida era abundante en recursos. Había toda clase de minerales, destacando el oricalco (cobre de montaña) más valioso que el oro para los atlantes y con usos religiosos (se especula que el relato hace referencia a una aleación natural del cobre). También había grandes bosques que proporcionaban ilimitada madera; numerosos animales, domésticos y salvajes, especialmente elefantes; copiosos y variados alimentos provenientes de la tierra.
