6 ago 2015
En la historia del ilusionismo Harry Houdini sobresale como unas de sus figuras más destacadas. Judío de origen húngaro nació en 1874 en Budapest. Era hijo de un rabino cuya familia emigró a estados unidos y se instaló en Appleton, una pequeña población de Wisconsin.
De niño trabajo como trapecista en diversas compañías circenses, hasta 1882, cuando se trasladó a Nueva York para participar en vodeviles, espectáculos fársicos con música en los que representaba cantantes, bailarines, acróbatas y animales amaestrados que hacían las delicias del público.
En 1894 se casó con Wilhelmina Rahner quien, con el nombre de Beatriz Houdini, se convirtió en su asistente en escena.
Su verdadera fama no provino del ilusionismo en sí, sino de su talento como escapista capaz de librarse de cadenas, ataduras, esposas, sogas de muchos nudos especiales, camisas de fuerza, candados y otros implementos de sujeción cada vez más sofisticados.
En sus espectáculos solían meterlo en grandes contenedores metálicos, ataúdes, cajas fuertes, etcétera, en cuyo interior estaba amarrado y esposado; estos se introducían en tanques o depósitos de agua donde se corría el riesgo de ahogarse si no se liberaba en un tiempo determinado. Llego a hacerlo en el mar o suspendido de una cuerda a treinta metros sobre el suelo. Su excelente condición física y sus habilidades como cerrajero le permitían enfrentar exitosamente estos desafíos.
En la década de 1920 escribió diversas obras para descalificar a los médiums, adivinos y magos de salón. Practicó sin embargo, el espiritismo. Murió en 1926, de peritonitis, a consecuencia de un golpe que recibió en el abdomen durante una prueba de resistencia muscular.
